Planka.nu hemos sido nominad@s al premio Viral Video Award por nuestro vídeo Adblock AFK, ¡por favor vótanos aquí! 🙂 Más abajo puedes leer un artículo que publicamos en sueco hace unos dos años, que expone nuestra opinión sobre por qué no debería haber ningún tipo de anuncios en el transporte público. Desde entonces todos los costes e ingresos se han incrementado un poco, pero proporcionalmente siguen siendo más o menos iguales.
Nuestro transporte público está lleno de anuncios, y por cada año que pasa, SL, la empresa provincial de transporte público en Estocolmo, parece encontrar nuevos lugares que llenar con más anuncios todavía. La mera posibilidad de un transporte público sin anuncios parece atrevida, casi utópica, y desde luego que no es algo que SL discuta. Pero, ¿por qué es así, y que implica el subastar al mejor postor el derecho a formar el entorno de cientos de miles de viajer@s? (nos referimos en todo momento a quienes se desplazan diariamente a su lugar de trabajo)
En primer lugar nos gustaría destacar que una actitud crítica a la presencia de anuncios en espacios públicos no es ningún juicio de valor moralista sobre los hábitos de consumo de la gente. Tampoco tiene que ver con una creencia ingenua en un cambio social mediante el fin del consumo individual, sea de productos o de anuncios. Tiene que ver con la idea, simple pero fundamental, de que la configuración de nuestros espacios públicos se haga de manera democrática, y de respetar la dignidad e integridad de pasajer@s al no obligarles a consumir publicidad que no han solicitado.
Alguien conservador probablemente discreparía: “¡Pensad en cuánto dinero SL gana al vender anuncios!” Por supuesto que hemos considerado esto, y no se trata precisamente de grandes sumas. Según SL, los ingresos por venta de publicidad ascienden a unos 186 millones de coronas (nueve coronas son un euro) al año, mientras que los costos totales de SL son de más de 10.000 millones de coronas. Por tanto, los ingresos por publicidad suponen menos del 2 por ciento del total.
¿Cómo limpiamos el transporte público de anuncios?
Existen cuatro maneras de eliminar los anuncios en el transporte público sin tener que recortar los costos operativos: dos de ellas son bastante malas, una bastante buena, ¡y una absolutamente genial!
El primer método sería aumentar el precio de los billetes, que suponen aproximadamente el 50% de los ingresos totales de SL. En consecuencia, los ingresos por venta de publicidad equivaldrían a un incremento del precio de los billetes de menos del 4 por ciento. En el caso de una tarjeta mensual que cuesta 790 coronas, esto supondría un aumento de 30 coronas.
En segundo lugar se podrían subir los impuestos provinciales unos 5 öre (céntimos suecos) por cada 100 coronas, lo cual vendría a ser 10 coronas al mes para una persona con un salario de 20.000 coronas mensuales.
La tercera opción sería eliminar las validadoras y barreras del transporte público, algo que ahorraría al menos 225 millones de coronas al año. Con ese dinero podríamos quitar todos los anuncios del transporte público y aun así tendríamos 40 millones para invertir en otras mejoras.
La cuarta alternativa, y la mejor de todas, es hacer que el transporte público sea gratuito. Eliminar el sistema de control y billetaje ahorraría a SL un mínimo de 400 millones de coronas anuales, que se podrían destinar a suprimir la publicidad, mientras que los más de 200 millones restantes servirían para expandir el transporte público.
¿Por qué quiere la clase política que haya anuncios en el transporte público?
Dado que la publicidad en el transporte público no supone una gran fuente de ingresos para SL, tenemos que preguntarnos por qué sigue ahí. Desde luego que no es para hacer del transporte público una opción más atractiva, ya que todos esos anuncios más bien lo degradan.
Un motivo por el cual los anuncios persisten es, con toda probabilidad, que l@s polític@s que dirigen SL piensan a la antigua. “Si los anuncios siempre han estado ahí, será porque sirven para algo”. Ya lo hemos dicho: la posibilidad de un transporte público sin anuncios puede resultar alucinante.
Pero esta explicación difícilmente puede ser la única. También es un factor a tener en cuenta que el transporte público sea un lugar genial en el que anunciarse. Como señalaba el jefe de publicidad de SL, Johan Damström:
“[El transporte público] es un lugar perfecto en el que anunciarse. Es fácil pasar por alto los anuncios en el periódico, y en la televisión siempre puedes cambiar de canal. Pero cuando te encuentras en una escalera mecánica no tienes mucho más que hacer que mirar a tu alrededor. Y entonces ves la publicidad”
Esta parece ser una mejor manera de entender por qué el transporte público contiene publicidad. El transporte público es una mina para las empresas que pueden anunciarse en él. L@s polític@s son conscientes de esto, así que ofrecen lugares en los que anunciarse. Evidentemente no siempre se preocupan por l@s pasajer@s.
La cita de Johan Damström también es una descripción casi perfecta de uno de los mayores problemas que constituyen los anuncios en el transporte público; a saber, que se nos imponen, invaden nuestros sentidos, y no ofrecen la posibilidad de ser apagados ni pasados por alto.
La mayoría de viajer@s pasa mucho tiempo en el transporte público, y esto es algo que habría que respetar. El transporte público no sólo debería ser gratuito, cómodo y frecuente, además de llegar a todas las zonas. También debería ser un sitio decorado de una manera bonita. Un lugar bien descrito por Hjalmar Mehr, antiguo concejal de finanzas:
“¡Queremos una celebración! ¡Alegría y colorido en el metro! Pertenece a la gente de la calle, la ruta diaria en el tráfico de quienes no tienen coche. Cada estación debería ser un castillo de fábula”
Tendríamos que pagar un precio muy pequeño para librarnos de la publicidad, pero sin embargo pagamos un precio elevado por mantenerla.
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